El Estado organizará un sistema de planeación democrática del desarrollo nacional que imprima solidez, dinamismo, competitividad, permanencia y equidad al crecimiento de la economía para la independencia y la democratización política, social y cultural de la Nación.
La planeación será democrática y deliberativa. Recogerá las aspiraciones y demandas de la sociedad para incorporarlas en los planes y programas de desarrollo.
El Congreso de la Unión establecerá los mecanismos para que el Ejecutivo Federal coordine, mediante convenios, la planeación nacional con las entidades federativas.

El Artículo 26° de la Constitución nos dice que el desarrollo de México no puede quedar a la deriva, tiene que planearse, y hacerlo con la participación de toda la sociedad. Este artículo establece que la planeación del desarrollo nacional debe ser democrática y con rumbo, es decir, con objetivos claros y construidos entre todos.

La palabra clave aquí es planeación democrática, que no solo significa que el gobierno decida qué hacer, sino que escuche las necesidades y propuestas del pueblo, y con base en eso se elaboren planes y programas para mejorar la economía, los servicios, la educación, la salud, etc. En otras palabras, el desarrollo no se impone, se construye en conjunto.

Además, este artículo aclara que el Ejecutivo Federal debe coordinarse con los gobiernos estatales y municipales para que todos trabajen en la misma dirección. Para eso existen convenios y mecanismos legales que permiten unir esfuerzos entre la Federación y los estados. Porque no se puede hablar de desarrollo nacional si no se incluye a todo el país.

Otra parte importante del artículo es que la planeación debe generar un desarrollo con equidad, que llegue a todos los rincones de México y beneficie a toda la población, no solo a unos sectores privilegiados. También debe fomentar la independencia y la democracia, no solo en lo económico, sino también en lo político, social y cultural.

En resumen, el Artículo 26° garantiza que el gobierno no actúe al aventón, sino que se rija por planes bien hechos, con participación ciudadana y con visión a largo plazo. Porque cuando el rumbo se construye con todos, el desarrollo tiene más fuerza, más justicia y más sentido.

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