En los hospitales, donde se busca curar, se escondía un enemigo íntimo y mortífero. Leonel Ayala, un docente de 32 años lleno de sueños, acudió por un dolor abdominal agravado por una pancreatitis. Inició en marzo un calvario médico que culminó en abril con su muerte tras recibir una inyección de fentanilo contaminado
El 3 de marzo, un simple malestar se transformó en una pesadilla. Tras una endoscopia que lastimó su páncreas, fue derivado al Hospital Italiano de La Plata donde fue operado con éxito. Pero ese alivio fue efímero: el 8 de abril le administraron fentanilo adulterado y, casi al instante, su abdomen se inflamó. Menos de 48 horas después, falleció.
Familiares denuncian negligencia: el medicamento estaba contaminado con bacterias letales como Klebsiella y Ralstonia, halladas en ampollas de lotes clínicos en Argentina. En total, se han reportado decenas de muertes e infecciones graves en hospitales como el Italiano de La Plata.
“Esto es mala praxis y negligencia … era muy joven, tenía proyectos a futuro”, expresó entre lágrimas su padre, Luis.
Leonel no era paciente de calle. Era licenciado en Educación, músico, un apasionado por enseñar. Fue víctima de un sistema que falló: laboratorios sin controles, hospitales sin respuesta y medicamentos que matan en silencio.
