Este artículo es la columna vertebral de la democracia mexicana. Aquí se deja clarito que el poder no lo tienen los gobernantes, sino el pueblo, y que ese poder lo ejerce por medio de sus representantes, es decir, los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, tanto a nivel federal como local.

El artículo también define cómo se renuevan esos poderes: mediante elecciones libres, auténticas y periódicas. Es decir, nada de imposiciones ni trampas. Aquí es donde entran los partidos políticos, que son grupos de ciudadanos organizados para postular candidatos, proponer ideas y ayudar a que otros ciudadanos participen en la vida democrática.

También se establece cómo se financian esos partidos: con dinero público y privado, pero el dinero público debe ser el principal para que todos tengan oportunidades parejas. Además, el Instituto Nacional Electoral (INE) es quien pone orden en todo esto: organiza las elecciones, reparte los tiempos de radio y tele, y fiscaliza los gastos.

En resumen, el artículo 41 es la receta constitucional para que nuestra democracia funcione bien, con reglas claras, equidad, y la garantía de que el pueblo siempre tenga la última palabra.

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